En la vida hay tres amores.
El primero es, dicho sea de paso, el primer amor. Aquel que suele llegar más pronto que tarde, aquel en el que se vuelcan cantidades ingentes de sentimientos por identificar, nerviosismos, puede que algún sentimiento de hacer algo prohibido o peligroso, es un amor que suele ser sentimental en su mayor parte, y a pesar de que no suele ser el definitivo, deja marcado de por vida. A pesar de que esa persona llegue a desaparecer o acabe siendo todo lo contrario de lo que parecía. El sentimiento suele perdurar aunque acabe transformándose más en una especie de cariño.
El segundo, es nuestra némesis. Es esa persona que puede, o no, ser completamente distinta a nosotros. Esa persona que consigue habernos hecho cambiar nuestra forma de ver el mundo, un amor más pasional, más espontáneo y que en la gran mayoría de las ocasiones suele acabar peor de lo que empieza. Sin embargo, con el paso del tiempo, y aunque otra persona esté acompañándote en esa ocasión, sueles recordarla porque era la persona que hacía vibrar tu mundo como nadie más ha podido.
El tercero es el amor de nuestra vida. Esa persona con la que quieres compartir el resto de tu vida, con la que te complementas y con la que haces millones de planes de futuro. Es un amor más racional, pero no por ello sin dosis de pasión o espontaneidad. Es aquel amor que suele durar más que ninguno de los otros, pero también el más difícil de encontrar.
El primero es, dicho sea de paso, el primer amor. Aquel que suele llegar más pronto que tarde, aquel en el que se vuelcan cantidades ingentes de sentimientos por identificar, nerviosismos, puede que algún sentimiento de hacer algo prohibido o peligroso, es un amor que suele ser sentimental en su mayor parte, y a pesar de que no suele ser el definitivo, deja marcado de por vida. A pesar de que esa persona llegue a desaparecer o acabe siendo todo lo contrario de lo que parecía. El sentimiento suele perdurar aunque acabe transformándose más en una especie de cariño.
El segundo, es nuestra némesis. Es esa persona que puede, o no, ser completamente distinta a nosotros. Esa persona que consigue habernos hecho cambiar nuestra forma de ver el mundo, un amor más pasional, más espontáneo y que en la gran mayoría de las ocasiones suele acabar peor de lo que empieza. Sin embargo, con el paso del tiempo, y aunque otra persona esté acompañándote en esa ocasión, sueles recordarla porque era la persona que hacía vibrar tu mundo como nadie más ha podido.
El tercero es el amor de nuestra vida. Esa persona con la que quieres compartir el resto de tu vida, con la que te complementas y con la que haces millones de planes de futuro. Es un amor más racional, pero no por ello sin dosis de pasión o espontaneidad. Es aquel amor que suele durar más que ninguno de los otros, pero también el más difícil de encontrar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario